La basílica está insertada en el contexto de una plaza renacentista con pórticos y decorada, al centro del monumento ecuestre de bronce dedicado al Gran duque Ferdinando I, obra de 1608 de Pietro Tacca, al que corresponden a los lados las caprichosas fuentes, también en bronce del mismo Tacca.
La iglesia, fundada en 1260 como oratorio del Órden de los Siervos de María, fue ensanchada y renovada muy temprano gracias a la devoción siempre más intensa revuelta hacia un fresco, que representa la Anunciación. La iglesia actual está precedida por un pórtico que nos lleva hacia el llamado “claustro pequeño de los votos”, a través del cual se pasa hacia el lugar de culto propriamente dicho, que es a una sola gran nave, con capillas laterales y termina con una amplia Tribuna redonda.
El interior ha sido restructurado en la mitad del 600. Apreciable en particular, por tallos y pinturas, la techumbre de madera dorada. En el Altar Mayor, el frontal es un hermoso trabajo en plata del platero ducal Cosimo Merlini, artista de sensibilidad barroc